La
limpieza de los pies es de gran importancia, ya que al estar poco ventilados
por la utilización del calzado, es fácil que se acumule en ellos el sudor que
favorece la aparición de infecciones y el mal olor. Hay que lavarlos
diariamente y es fundamental un buen secado, sobre todo entre los dedos, para
evitar el desarrollo de posibles enfermedades. Las uñas de los pies al igual
que las de las manos, se cortarán frecuentemente y en línea recta para evitar
encarnaduras. Los zapatos deben ser cómodos, preferentemente de materiales
naturales, para facilitar la transpiración. También serán adecuados al tamaño
del pie, pues un zapato excesivamente amplio puede ser incómodo y dar lugar a
torceduras. Por el contrario, si es demasiado estrecho impide el
desenvolvimiento natural del pie y produce durezas, rozaduras e incluso
deformaciones.
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