Las
hemorragias nasales, bastante frecuentes en los niños, se pueden controlar
apretando las alas de la nariz durante 5 a 10 minutos. Si esto no es
suficiente, resulta efectivo taponar cada uno de los orificios nasales con una
bolita de algodón o con una compresa hemostática si se dispone de ella. Todas
las heridas deben lavarse con agua abundante y jabón. No es aconsejable usar
alcohol, que desvitaliza los tejidos, ni agua oxigenada, pues la espuma que
forma no limpia la suciedad y oxigena determinados gérmenes que pueden infectar
la herida. Tras lavar la herida con agua y jabón, se seca con una gasa limpia y
se pone una solución yodada o mercurocromo para que la desinfecte y proteja.
Sobre la herida se puede colocar una tirita, gasa o esparadrapo. Si una herida
sangra, se puede hacer presión sobre ella con una venda o simplemente con la
mano. Si sangra una extremidad de forma abundante, se levantara por encima de
la altura de la cabeza. Es importante que los niños estén protegidos contra una
posible infección tetánica. Es aconsejable, sobre todo en el medio rural, estar
vacunado correctamente contra el tétanos. Aparte de las dosis recibidas hasta
los 18 meses, los niños deben recibir una dosis de recuerdo a los 6 años y otra
a los 14 años. Después es necesario una dosis de recuerdo cada 10 años.
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