Las
hemorragias nasales, bastante frecuentes en los niños, se pueden controlar
apretando las alas de la nariz durante 5 a 10 minutos. Si esto no es
suficiente, resulta efectivo taponar cada uno de los orificios nasales con una
bolita de algodón o con una compresa hemostática si se dispone de ella. Todas
las heridas deben lavarse con agua abundante y jabón. No es aconsejable usar
alcohol, que desvitaliza los tejidos, ni agua oxigenada, pues la espuma que
forma no limpia la suciedad y oxigena determinados gérmenes que pueden infectar
la herida. Tras lavar la herida con agua y jabón, se seca con una gasa limpia y
se pone una solución yodada o mercurocromo para que la desinfecte y proteja.
Sobre la herida se puede colocar una tirita, gasa o esparadrapo. Si una herida
sangra, se puede hacer presión sobre ella con una venda o simplemente con la
mano. Si sangra una extremidad de forma abundante, se levantara por encima de
la altura de la cabeza. Es importante que los niños estén protegidos contra una
posible infección tetánica. Es aconsejable, sobre todo en el medio rural, estar
vacunado correctamente contra el tétanos. Aparte de las dosis recibidas hasta
los 18 meses, los niños deben recibir una dosis de recuerdo a los 6 años y otra
a los 14 años. Después es necesario una dosis de recuerdo cada 10 años.
LA HIGIENE
viernes, 1 de junio de 2012
LA ROPA
LA
ROPA
La
ropa y el calzado deben ser objeto de especial atención. Es indispensable
cambiarse de ropa después de la ducha o baño. La ropa interior se cambiará
diariamente. Los niños llevarán ropas cómodas, no ajustadas, de fácil lavado y
adecuadas a cada momento y situación del día. Para dormir, utilizarán ropa
amplia y diferente a la usada durante el día. Se debe tener en cuenta la temperatura
ambiente y llevar ropas adaptadas a la misma. Los zapatos serán cómodos y
adecuados al tamaño del pie. Para mantener la higiene y duración del calzado
conviene limpiar, cepillar y airear los zapatos con regularidad.
LA BOCA
LA
BOCA
Los
cuidados que hay que tener con la boca están encaminados a prevenir la caries
dental y la enfermedad de las encías (periodontal) y mantener la dentadura apta
para sus funciones, además de producir bienestar y hacer agradables las
relaciones con otras personas. Las caries se pueden evitar con una reducción
del consumo de azúcar; mediante un cepillado de los dientes y encías dos veces
al día, a fondo pero suavemente; con el uso de un dentífrico fluorado; con las
visitas periódicas al dentista para detectar signos precoces de enfermedad
dental. El tipo de cepillo recomendado para la limpieza es de cabeza pequeña,
mango recto y cerdas de nylon de dureza media o suave. Hay que cambiar el
cepillo con regularidad en cuanto las cerdas se deforman. Es aconsejable usar
una pasta de dientes fluorada. En el cepillado, lo fundamental es eliminar la
placa minuciosamente sin dañar las encías. La técnica de barrido es más eficaz
que la giratoria, más fácil de aprender y de aceptar. La forma de hacerlo es
colocar los filamentos del cepillo en el cuello del diente haciendo movimientos
horizontales muy cortos y frecuentes. También es aconsejable cepillarse la
lengua. La placa vuelve a formarse en 24 horas, de manera que los dientes
tienen que limpiarse cuidadosamente al menos una vez al día, aunque lo mejor es
después de cada comida.
LA NARIZ
LA
NARIZ
La
producción de moco como lubricante y filtro para el aire es importante, pero el
exceso de mucosidad obstruye las fosas nasales y dificulta la respiración. La
limpieza de la nariz consiste en la eliminación de moco y las partículas
retenidas en el paso del aire. Esta eliminación debe hacerse utilizando un
pañuelo limpio y tapando alternativamente una ventana nasal y luego la otra y
sin expulsar el aire con mucha fuerza. En caso de obstrucción persistente, se
pueden hacer lavados con suero fisiológico, echando unas gotas en cada una de las
fosas nasales. Esto es recomendable hacerlo unas horas antes de las comidas.
Otra medida es tomar vapores de agua, sin añadir otra sustancia, a menos que lo
indique el médico. Los niños deben llevar siempre un pañuelo limpio y evitar
tocarse la nariz con las manos sucias, que pueden producir infecciones.
LOS OJOS
LOS
OJOS
Aunque
los ojos tienen un mecanismo propio de limpieza, constituido por el sistema
lagrimal, deben lavarse diariamente con agua, especialmente al levantarse, para
eliminar las legañas producidas durante el sueño. Como medida de protección de
los ojos hay que tener en cuenta: usar una buena luz para estudiar y leer, que
entre por la izquierda para los diestros y por la derecha para los zurdos. Si
es artificial es aconsejable que sea de 60w y color azul; no leer en vehículos
en movimiento, ya que provoca variaciones continuas en la distancia entre el
ojo y el texto; mantener una distancia adecuada cuando se utilizan ordenadores
o se ve la Tv. Los padres y maestros pueden detectar defectos de visión en los
niños, observando su actitud en relación a la lectura, escritura y pizarra. Es
aconsejable que la visión sea valorada por el médico periódicamente y usar
gafas en caso de estar indicadas.
LOS OIDOS
LOS
OIDOS
La
oreja y el oído externo deben lavarse diariamente con agua y jabón. Evitar la
entrada de agua en el oído medio. Esto se consigue inclinando la cabeza hacia
el lado en que se está lavando.
Los
bastoncillos de algodón se deben utilizar solo para secar los pliegues, pero
nunca para la limpieza del oído, ya que empujan la cera hacia dentro y
contribuyen a la formación de tapones. Si se observa la existencia de
secreciones, picor persistente o disminución de la audición, es aconsejable
consultar al médico.
LOS PIES
LOS
PIES
La
limpieza de los pies es de gran importancia, ya que al estar poco ventilados
por la utilización del calzado, es fácil que se acumule en ellos el sudor que
favorece la aparición de infecciones y el mal olor. Hay que lavarlos
diariamente y es fundamental un buen secado, sobre todo entre los dedos, para
evitar el desarrollo de posibles enfermedades. Las uñas de los pies al igual
que las de las manos, se cortarán frecuentemente y en línea recta para evitar
encarnaduras. Los zapatos deben ser cómodos, preferentemente de materiales
naturales, para facilitar la transpiración. También serán adecuados al tamaño
del pie, pues un zapato excesivamente amplio puede ser incómodo y dar lugar a
torceduras. Por el contrario, si es demasiado estrecho impide el
desenvolvimiento natural del pie y produce durezas, rozaduras e incluso
deformaciones.
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